Ultimo paseo por la isla sur antes de ir a la isla norte -Christchurch, Temuka y Picton
Viernes 19- Llego el día para partir, el día anterior
habíamos tenido una linda cena con los dueños de casa donde nos regalaron
chocolates y nos agradecieron por el laburo. Por nuestra parte, la enana les
regaló un cuadrito que había estado haciendo del rio Motueka que la verdad le
había quedado muy bueno. También aprovechamos esa última tarde noche para hacer
una recorrida por los árboles frutales de esa casa y nos llevamos una mochila
llena de frutas (manzanas, limones, ciruelas y una fruta que era una mezcla
entre manzana y pera que acá le llaman pera nash).
La idea era
arrancar temprano, porque el viaje hasta christchurch eran como 6 horas, había
que estar ahí a las 19 para llegar con tiempo a ver el Cirque du Solei y además
queríamos ir parando en el camino donde viéramos cosas que valieran la pena. La
verdad fue totalmente distinta, dormimos como hasta las 9 de la mañana y a
pesar de que andamos con lo mínimo y todo lo nuestro entra en un auto de 2
puertas, incluyendo 1 colchón de dos plazas, es increíble el tiempo que lleva
organizar, juntar y guardar todo en el auto, así que terminamos saliendo como a
las 11 am.
El camino estuvo lindo pero tampoco había
demasiados lugares que merecieran una parada, caían pingüinos de punta en la
primer mitad del viaje por lo que se veía muy poco y después los paisajes
estaban buenos, pero son los que NZ ya nos tiene acostumbrados, incluso comimos
en el auto para llegar con el mayor tiempo posible.
En
Christchurch vimos el show, que la verdad estuvo muy bueno, yo nunca había ido
a una obra del Cirque du Solei, y lo que hacen la verdad vale la pena la
entrada. Lo vimos con Mariana Rosas, Mati Campelo y Emilio, amigos de facultad
de la enana con los que ya habíamos coordinado para ir.
Esa misma noche, después de cenar en Mc
Donalds con Emilio seguimos viaje hacia Temuka. Habíamos quedado en pasar por
el tambo donde la enana había estado trabajando sus primeros 7 meses en NZ y
donde se hizo de varios amigos. Dormirnos ahí esa noche, al otro día estuvimos
con ellos, nos fuimos hasta un tajamar, anduvimos en kayak, de noche hubo toque
de “Banrock” la bandita que ellos mismos armaron ahí y a dormir, que al otro día
de madrugada teníamos que salir para Picton.
PICTON y el
cruce en barco a WELLINGTON.
Picton
queda en el extremo norte de la isla sur y es de donde salen los buques para
cruzar a la isla Norte que desembarcan en Wellington. Desde donde estábamos
hasta dicha ciudad teníamos otras 6 horas de auto y debíamos llegar a las 13
para poder entrar en el barco. Como el auto en el que andamos tiene 160 mil
kilómetros y el pasaje en el barco no era demasiado barato, no quisimos
arriesgarnos con los tiempos y salimos temprano, a eso de las 5.30 am ya
estábamos en la ruta.
Gran Parte
de la ruta ya la conocíamos porque es la ruta que va por la costa este de la
isla sur y era la misma que habíamos recorrido en nuestra ida a Kaikoura. Pero
tuvimos la suerte que pasando por Kaikoura vimos lo que parecía un delfín en el
agua y paramos. No era un delfín sino que todo un cardumen (no se si se dice
cardumen de delfines, manada o grupo pero me sonó mas cardumen), así que
pudimos sacarles varias fotos e incluso parecía como si nos estuvieran haciendo
un show para nosotros porque no paraban de saltar y mostrarse.
La ruta
siempre está perfecta, bien señalizada y si encontras un pozo es porque te
caíste en la banquina porque en la ruta no hay. Y esta ruta en particular está
muy buena para hacerla porque tiene un buen tramo sobre la costa que de un lado
tenes la montaña y del otro el mar y cuando se separa de la costa pasa por
varios cerros y viñedos que también están muy buenos.
Llegamos
con tiempo de sobra a Picton, así que nos sentamos a comer los sándwiches que
nos habíamos hecho y esperamos que se hiciera la hora para cruzar en el barco.
Cruzamos con interislander, la otra compañía que cruza se llama Blue Bridge,
pero esta era apenas más barata y es la más conocida por lo que nos decidimos
por esta. Después nos enteramos que además hay muchas formas de conseguir
descuentos, como hacerse un usuario de
la revista arrival que no tiene costo y te da un 25% de descuento con estos
barcos, pero ya teníamos el pasaje para cuando supimos de esto.
El barco es
un buquebus pero 3 o 4 veces más grande, pero un buquebus en fin. Los mejores
lugares son en el primer piso adelante, porque tenés toda la vista del frente
del buque como si estuvieras en un cine. Claramente no sabíamos de esto, y cual
turistas que somos salimos a recorrer el buque y para cuando elegimos un
asiento fue más en función de lo que había y no tanto lo que elegimos. Dura unas 3 horas y las vistas del cruce
están muy buenas hasta que el barco sale de los fiordos, después es puro mar y
es donde aprovechamos a dormir.
Llegados a
Wellington fuimos derecho hacia el hostel, que no nos costó mucho encontrar
porque se llama Zebra backpackers y es un edificio de unos 6-8 pisos pintado
como una cebra. El hostel en sí bastante medio pelo pero está súper bien
ubicado por lo que nos vino bien para salir a recorrer la capital kiwi, (si
para el que está leyendo y no sabe, Wellington es la capital, no Auckland ni
Christchurch, aunque Auckland es la ciudad más poblada por lejos y a donde
llegan la mayor cantidad de vuelos internacionales, por eso capaz les suena
mas).
Cuando
salimos a caminar pasó de esas cosas donde tiras la frase tan trillada por todos
“que chiquito que es el mundo”. Estábamos caminando por el centro de
Wellington, ciudad donde solo íbamos a pasar esa noche y al otro día seguíamos
rumbo a Taumarunui donde teníamos el siguiente woofing acordado, cuando en una
esquina nos cruzamos con una pareja. Por el rabillo del ojo vi que mientras
venían hacia nosotros nos miraban, entonces miré pero no me pareció nada raro y
seguí esperando que el semáforo nos dejara pasar. Entonces miré de nuevo y ella
nos seguía mirando, y cuando presto más atención me cae la ficha. Era Lucila
Arboleya, una chica de Paysandú, cuyos padres son amigos de los míos, su
hermano era compañero de liceo de mi hermana y todos fuimos al mismo colegio.
Encontrarte con un uruguayo en Nueva Zelanda ya no es tan raro por la cantidad
que vienen a hacer esto mismo que nosotros, pero que sea de Paysandú ya es una
coincidencia importante, ahora que encima sea conocido y te lo cruces en una
esquina en Wellington como quien se lo cruza por la rambla de Montevideo merece
la frase: “que chiquito que es el mundo”. Después de charlar un rato, enterarme que ella
además estaba solo por 2 semanas porque se casaba su cuñada kiwi y demás,
seguimos recorriendo.
El puertito
de Wellington está muy prolijo, y lo increíble es que a pesar de ser un puerto
industrial el agua acá también es transparente y no encontráis un solo papel
tirado en todo el puerto. Caminamos por ahí y comimos en un restaurant de
cangrejo (Crab Shack) en el puerto que estaba muy prolijo y donde no te robaban
demasiado con el precio de la comida. Porque acá la otra cosa cara además del
alojamiento es comer afuera. En cualquier restaurant medio pelo gastas unos
700-800 pesos por persona, por lo que en general son contadas las veces que
salimos a comer afuera y la mayoría de las veces nos cocinamos. Hicimos toda
una caminata por el centro de Wellington que recomienda la Lonely Planet y
volvimos a dormir.
Al día
siguiente arrancamos temprano, porque habíamos estacionado el auto en la calle
y a partir de las 8 am el estacionamiento en la calle en el centro es pago y no
podes estar más de 60 minutos, por lo que temprano partimos. Subimos al cerro
que está al costado de Wellington y tiene muy buenas vistas, visitamos los
edificios de la casa de gobierno, la playa y fuimos hasta Nueva Zelandia, una
reserva natural que están armando al costado de la ciudad pero que te cobran 35
dólares la entrada y no ves mucho más que lo que ves en cualquiera de los miles
de bosques y caminos gratis que tiene Nueva Zelanda por lo que no entramos.
Arrancamos nuevamente la ruta hacia Taumarunui con la meta de encontrar algún lugar lindo donde parar, pero la parte linda de esa ruta es al principio, después es campo plano sin mucho relieve y buscamos varias veces donde parar y después de un par de intentos fallidos, de entrar a una playa que no tenía ni un árbol de sombra y hacían 35 grados por lo que no tentaba demasiado almorzar al sol, terminamos parando en uno de los miradores más lindo de todo el viaje. Era un banco en frente a un baño químico…. Si, de todos los miles de lugares que podíamos haber parado, el hambre nos ganó ahí y terminamos comiendo con esa tremenda vista.
Arrancamos nuevamente la ruta hacia Taumarunui con la meta de encontrar algún lugar lindo donde parar, pero la parte linda de esa ruta es al principio, después es campo plano sin mucho relieve y buscamos varias veces donde parar y después de un par de intentos fallidos, de entrar a una playa que no tenía ni un árbol de sombra y hacían 35 grados por lo que no tentaba demasiado almorzar al sol, terminamos parando en uno de los miradores más lindo de todo el viaje. Era un banco en frente a un baño químico…. Si, de todos los miles de lugares que podíamos haber parado, el hambre nos ganó ahí y terminamos comiendo con esa tremenda vista.
Después con la ruta pasamos por Whitianga, la
única hasta ahora ciudad fea que le conozco a NZ. Es lo más parecido a Artigas
o el Chuy, sin ofender a nadie… De casualidad vimos un cartel que mencionaba
unas cascadas en el camino, las Rukawa falls y nos bajamos a ver, sin demasiadas
ilusiones porque los kiwi es cierto que tienen paisajes increíbles pero como
digo siempre son los dueños del marketing y a todo hilo de agua, sendero, etc.,
le hacen carteles, propaganda, avisos en la radio etc. Pero en este caso la
cascada estaba barbará, y se veía muy bien desde el mirador que paramos. Capaz
si hubiéramos tenido más tiempo merecía la pena bajar hasta la cascada y verla
de cerca pero no queríamos llegar demasiado tarde al woofing al que íbamos que
por la hora que era no íbamos a llegar antes de las 20 hs que si miras la tabla
de conversión a horario uruguayo para ellos es como las 23 hs nuestra.
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